jueves, 14 de septiembre de 2017

LA LUZ DEL ALMA

LA LUZ DEL ALMA  es un bello relato de José Jiménez Lozano. En la casa de Benito y Aurora no había entrado nunca nadie. La casa tenía un jardín y los chicos habían hecho un agujero para curiosear. Benito y Aurora leían cada cual en su libro grande y, a veces, se secaban una lágrima de lo bonito que debía ser lo que estaban leyendo. Entonces Benito le decía a su mujer "Tráeme la luz del alma" un libro pequeñito con pastas azules que el señor Benito leía en voz alta mientras Aurora escuchaba. Un día los guardias entraron en su casa y encontraron material subversivo, biblias y otros libros. Los obligaron a ir a vivir a otra parte. El único delito fue llamar a Dios Jehová en lugar de Yahvéh. 

ESPAÑA ES UN país que no protege a sus creadores como es debido. Carles Puigdemot Casamajó presidente de La Generalitat cobra el doble que Mariano Rajoy. No es justo que el creador del problema cobre menos que el que vive de él.  

GEORGE PEREC SE acuerda que en los impermeables CCC "la lluvia llamaba sin entrar". Yo me acuerdo de unos impermeables de Mantova que tenían una gorra también impermeable. Uno de mis hermanos para no despeinarse, en cuanto perdía a mi madre de vista, la quitaba. "La lluvia entraba sin llamar"

LAS VACAS, son muy flamencas, llegaron a España en tiempos de Carlos V. Otro flamenco.

T. ERA UN comunistas practicante. En el Siete todo el que llegaba tenía un plato de comida. Los pobres eran euroescépticos no podían creer que el plato que les ponía saliera de la misma alacena donde estaban los de toda la familia. J, la mujer de T, que era de la corriente eurocomunista le ponía a los pobres un plato que tenía una pequeña abolladura, jugaba con los platos marcados. En aquel entonces las vajillas eran de latón. Durante algún tiempo T. iluminó nuestra existencia. Trabajaba en la central eléctrica del Restallu.

SEGÚN MI MADRE yo era el rigor de las desdichas. Se que al final las desdichas van a triunfar pero mientras tanto intentamos mantenerlas a raya.

CON EL TIEMPO nuestra familia fue subiendo de categoría. Empezamos viviendo en un primero, pasamos a un tercero y de ahí a un noveno. Un día mi madre, algo desesperada, me dijo que sino fuera porque vivía en un piso tan alto se arrojaría por la ventana. Desde entonces no se nos ocurrió, ni por lo más remoto, ir a vivir a un piso por debajo de la línea de flotación imaginaria que separa el yin del yang.

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