miércoles, 31 de enero de 2018

LUNA AZUL

DESPUÉS DE UN caluroso día de verano me producía especial placer escuchar los misteriosos y fascinantes sonidos de la noche. Ladridos lejanos, croar de ranas y cantar de grillos. Durante el día había contribuido a la extinción de la raza anfibia cazando renacuajos de rana en los bebederos del ganado.

V. LLEVABA una boina que no se quitaba ni para comer. Fumaba en boquillas de baquelita que apretaba entre los dientes cuando hablaba. La primera vez que lo vi sin boina estaba en la cama, la cabeza blanca contrastaba con el rostro moreno. Parecía otra persona. Al poco murió.

EN ESTE MES de Enero la luna salió dos veces. Este fenómeno se conoce como luna azul y se produce cada tres años, la última fue el treinta y uno de julio del dos mil quince. A. siempre podaba en cuarto menguante y decía que una vara de avellano cortada en menguante doblaba sin quebrarse. Siguiendo las divinas enseñanzas de A., que estás en los cielos, aprovecharé este fin de semana para podar.

NUNCA TE FÍES de una mosquita muerta. El octenol es una sustancia química presente en el sudor y el aliento  Los mosquitos hembras lo huelen a varios kilómetros de distancia y son capaces de volar durante cuatro horas seguidas en busca del sudor. Los mosquitos ganan el pan con el sudor de tu frente.

LA BELLEZA DE la juventud lo aguanta todo, incluso que te pintarrajen el cuerpo con tatuajes. Los tatuajes llegaron a Europa a finales del XVIII con los viajes del capitán Cook al sur del Pacifico. Los marineros y los presidiarios los adoptaron porque se suponía que iban a estar aislados del mundo durante largos periodos de tiempo. Tu retratito lo llevo en mi antebrazo.

EN CONFESIONARIO DE PAPEL cuenta Mariano Rawiz que cuando estuvo en la cárcel de Valencia los presos trataban de engañar a los vencedores y a si mismos con la ostentación de cintas y rosetones monárquicos, crucifijos, cruces, medallas y escapularios. Otros llevaban vendados los antebrazos para tapar los tatuajes con las iniciales CNT, FAI, UGT, PC y estrellas de cinco puntas etc. Algunos los raspaban con papel de lija y lucían llagas impresionantes.

POR CUALQUIER PÁGINA que uno abra el libro de Ivo Andric, Signos junto al camino, siempre encontrará algo interesante: "¡Envejecemos!". Sí, desde luego. Pero eso es válido para cualquiera de nosotros sólo mientras vamos transitando de nuestros años juveniles o maduros a la vejez: en el momento en que tenemos los dos pies en ella, hemos dejado de envejecer y pertenecemos al tercer mundo, que ya no es vida, pero tampoco muerte, está compuesto de los dos elementos.¿La vejez? Es una historia sin fin y una cuestión sin solución.

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